(Continuación de la entrada anterior)
Vuelvo a la idea -tan difundida (ver acá)- de que el duelo a cuchillo entre malevos originó las figuras de la danza del tango. La milonga misma sería una ceremonia iniciática propia de la vida rural trasplantada a los suburbios de Buenos Aires. Los hombres disputaban por cualquier cosa, por la pelea misma, y sobre todo, para ganar a una mujer. Esos cuerpos viriles, enfrentados, subsistieron en la payada como desafío verbal y se reinventan en todos los campos donde el símbolo construye una manera de ser, de estar, de persistir. La experiencia del antagonismo es creadora, fortalece el Yo de los que deben luchar, en la vida de todos los días, con un destino incierto. Entretanto, en Chile hay cantoras populares (y poetas como Violeta Parra); en Argentina, en cambio, payadores (y poetas héroes, como Leopoldo Lugones). Pareciera que el Yo rioplatense es masculino. Sin embargo, aunque las y los invisten al sujeto que habla de diferentes rasgos, de todos modos en el discurso siempre hay alguien, un sujeto que busca prevalecer, aún renunciando al yoísmo. Por eso me pregunto: ¿cuál es el Yo de las poetas? Paradójicamente, el tango, que parece actuar un duelo, al mismo tiempo reúne a los sexos incomunicados y es una frontera fluida y disponible para el encuentro de la pareja, donde la violencia simbólica y el erotismo se ponen en escena e interactúan con el lenguaje de los sentidos. La mujer ("la prenda" disputada), se expresa con el cuerpo y es frontera entre los hombres (el bailarín y el "otro" imaginario). Digo frontera, lugar donde los diferentes se reconocen, se comunican y se igualan sin dejar de ser diferentes. Preguntándome por el Yo de las poetas, descubro que también la poesía puede ser el arte de los márgenes donde los opuestos se dan cita. Yo no es el otro, ni la otra. Dice Amelia Biagioni:
Encuentro
Fue en Corrientes y San Martín
La mujer, la “diversa” del poema, es la frontera donde los “distintos y perennes” se escuchan y encuentran una misma escritura, una utopía, la danza que la ciudad entreteje en pleno centro bursátil (San Martín y Corrientes). Macedonio Fernandez fue uno de los contrincantes de ese enfrentamiento de café con intervención mediadora de la poeta; deduzco que Roberto Arlt podría ser el otro. No importa. Es el oponente, es el Otro.
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